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domingo, 9 de enero de 2011

(Impulso)

(Impulso) Con razón el corazón y la razón no van de la mano. Ni el corazón razona, ni la razón actúa por impulso. Ni el impulso del corazón hace sentir a la razón, ni el poder lógico de la razón desvía el impulso del corazón. . ¿Razón o corazón? Creo que al respuesta es obvia: corazón. No lo pienso.. Es más, si lo pienso, lógico, elijo la razón. (Impulso) Por eso dejedepensar. Posé la razón sobre el corazón, y aprendió a no meterse en la convicción de creer que siempre el corazón tiene razón. Y, ahora sí, la razónrazonó y dejó de molestar.. (Impulso) Así, el corazón impulsó a la razón al olvido y al sentimiento hacia el corazón. (Impulso) No me van a parar, porque para eso tendrán que pensarrazonar. Sólo alguien puede frenarme.. Ella, la que me enseñó el arte del sentirnopensar, aquello que desplazó a la razón de mi, la pequeña que, con motivos y razón, tendrá, por siempre, en sus manos mi corazón.

jueves, 9 de diciembre de 2010


El rey de la escuela



          La frustrada protesta terminó antes de empezar. Eran personas que, por convicción, marcharían por la ruta 22 hasta el cruce de Arroyito, aquel soleado 4 de abril. Mientras la mayoría se preocupaban por la enésima recuperación del Diego, mientras todos los medios se centraban en las inundaciones en Santa Fe y los aún 30 mil evacuados, unas mil personas, afiliadas a la Asociación de Trabajadores de la Educación de Neuquén, pedían aumento salarial para los docentes. El tema mantenía estancada la provincia; el paro docente tenía gran adhesión.
            -"Es peligroso, yo no voto a favor de esta idea. Vamos a quedar librados a la suerte".- Visionario o no, Carlos Fuentealba no se equivocaba. Y quedó demostrado
con la peor de las pruebas.
Nacido en Junín de los Andes, creció en el campo, aunque trabajó en juguerías, supermercados y laboratorios. Su trabajo en la UOCRA lo movilizó hacia la lucha desde la educación, a tal punto que se recibió de profesor a los 38 años y logró el premio “Rey de la escuela” al mejor profesor otorgado por alumnos.
            Aquella votación de ir a la ruta 22 a protestar, decidido por mayoría de los afiliados al sindicato, no le gustaba nada a Carlos. Por ese motivo votó en contra de la propuesta. Más allá que no estaba de acuerdo, acompañó a sus colegas. No tuvieron ni siquiera chances de llegar al punto convenido para la protesta.
A las 9 de la mañana, la marcha, que había arrancado una hora antes, se desarrollaba con normalidad. Marcelo Gualgliardo, secretario general de ATEN, iba casi al frente de la movilización. Era todo en paz, hasta que aparecieron unos policías.
- “Tenés cinco minutos y te vas por las buenas o por las malas”  le dijo un policía.
-“Venimos a luchar por lo que queremos los compañeros, no a hacer quilombo.”
De repente, balas de goma volaban por todos lados, los gases lacrimógenos se les colaban a todos por las vías respiratorias, las mil personas que marchaban empezaron a correr campo traviesa. El paisaje lindero a la ruta era verde por donde se mire, salvo por una estación de servicio. Pero de un momento a otro, no se veía nada. Las corridas se multiplicaban, como así también las balas, los gases y el agua del camión hidrante que arremetía por primera vez. Nadie entendía nada, solo se acordaban de las palabras de Carlos en la asamblea. Algunos, en la desesperación, se refugiaron en la estación de servicio que estaba a unos metros, mientras los demás corrían sin freno hacia cualquier lado, hasta que la policía abandonó la violencia después de unos pocos minutos que parecieron horas. Luego de una conversación entre dirigentes del ATEN y autoridades de la policía en la Shell, se pactó que la gente se dirigiría hacia la ciudad de Senillosa, y allá iban a resolver que hacer. Así fue que algunos comenzaron la vuelta a pie o en auto. Carlos se subió al 147 con dos colegas y emprendieron la lenta vuelta hacia Senillosa.
La ruta 22 es importante, ya que permite el ingreso de turistas hacia la zona. Más aún cuando es Semana Santa, momento en que el nivel de turismo sube radicalmente.
Apenas los manifestantes emprendieron la vuelta se empezaron a mezclar con los autos y camiones que venían del sur por la ruta. Cuando Fuentealba y la mayoría de la gente se había alejado dos kilómetros del lugar del incidente, unas combis del GEOP se hicieron presentes al costado de la ruta para acompañar a la columna de manifestantes en que regresaban. Fuentealba los observaba de costado, casi espiándolos. Se había sentado en el asiento trasero del 147 y venían hablando de que era obvio que se iba a armar quilombo, él lo había avisado, él lo presentía. Pero la charla se interrumpió cuando los policías bajaron de la camioneta. Sólo unos segundos pasaron desde que se bajaron hasta el comienzo de la segunda etapa de represión. El camión hidrante se hizo presente como si fuese un monstruo. Aunque no entraba en acción, estaba en alerta. Otra vez, balas de goma y unos gases. Ahora sí, el agua comenzó a golpear todo lo que se cruzaba. De golpe, casi como si se hubiese partido el tiempo, se acabaron los disparos. Pero el último quedo sonando en los oídos como si fuese un eterno dolor de cabeza. Un cartucho de gas lacrimógeno recorrió 3 metros, atravesó el vidrio trasero del 147 y le pegó en la nuca a Carlos Fuentealba. La policía se retiró y la ambulancia tardó 20 minutos en llegar.
-“Soy la mujer”- gritaba Susana Rodríguez cuando llegó al hospital.
 Costó dos días hacerla entender que ya era viuda y debía cuidar a sus hijos de 10 y 14 años sola. Se había quedado sola, incluso, desde el momento del disparo. Pero no iba a aceptarlo hasta verlo. Carlos Fuentealba murió en el acto, en el preciso instante que el cartucho de gas le golpeó la nuca, le hundió el cráneo y le destruyó el cerebro. Pero el respirador artificial lo mantuvo con los signos vitales activos durante dos días. Dos operaciones en 48 horas no pudieron hacer nada frente al golpe recibido, más que sacarle el respirador y cortar con la agonía.




viernes, 29 de octubre de 2010

Cabezas pensando. Gracias por dejarnos eso.

    Se fue Nestor. Se fue un luchador, como muchos dicen. Ya no esta en cuerpo aquel hombre que vino pisando fuerte desde el frío patagónico. Ya no está  el demonio de muchos, o ya no esta el dueño del paraíso para otros.
    No tengo interés en hablar de política. Ya no tiene sentido y no es el propósito. Compartí muchas cosas, festejé contadas veces con decisiones políticas, que me parecieron de las mejores que vi,
 y también reconozco mil errores. (Vale recordar que solo viví los 90 en adelante)
    Lágrimas por todos lados, los políticos y gente que siempre le fue opuesta salieron a decir presente y muchos a llorarlo y venerarlo. Son sólo 3 días de duelo.. cuando pasen, también cesará el llanto de los cocodrilos. Y así todo volverá a ser normal. K será un demonio, una vez más. La oposición será leve y después.. después están las elecciones. Todo sigue, y hay que seguir. Cualquiera sea la forma, cualquiera sea el protagonista, todo sigue.
    Lo más importante, es que de algo sirvió todo esto: estamos hablando. Estamos pensando. Y eso, al menos yo, no lo había vivido. En parte, es gracias a el. Por eso, que en paz descanse.

jueves, 7 de octubre de 2010

Crónica: Noche de las corbatas

      



      “Vos tirate al suelo y ponete contra allá”. “Dejá de hacerte el vivo y andá contra el rincón si querés seguir vivo”.  Los hombres, con armas en las manos,  entraron de manera violenta.  Tanto el Dr. Pablo Coppola como el Dr. Cangaro no tuvieron, siquiera, tiempo de reaccionar. De todos modos, eso solo hubiese empeorado las cosas.  El objetivo no eran ellos, si no el Dr. Salvador Arlestín.  Aquel fatídico 7 de julio de 1977 fue la última vez que se lo vió libre. Mejor dicho: segundos antes a las 20hs, fue el último momento que se lo vio libre.
                        Hace 62 años, en Rentería, España, nació Salvador Arestín. Tenía el mismo nombre que su padre, un hombre tan duro como trabajador. Su idea de escaparle al Franquismo lo tenía convencido, pues nadie toleraría un “franquista” sin ideologías políticas acordes o, peor aún, vacío de pensamientos, como él lo era. Cuando el partió a Argentina, el pequeño Arestín tenía dos años.
            Primero Mar del Plata y, cuando llegó la familia, Rawson fue el lugar que los albergó. El pequeño Salvador creció con educación y fortaleza. Las cosas en la Argentina iban de maravillas de la mano del General Peron y Evita. El padre seguía trabajando en el puerto,y así siguieron hasta que Salvador terminó el colegio y se volvieron, en 1966 a vivir y trabajar en el puerto de Mar del Plata.
                        “No quiero estar más acá, es una mierda” dijo Salvador Arestín a su padre, que lo miró y se le rió, nada más. “¿Dónde conseguirá trabajo si no se acá.”. Pero poco le importó a Salvador lo que le diga su padre. Él, con 23 años, ya había comenzado sus estudios en la Universidad Católica. Su futura esposa, Gabriela,  fue quién logró meterlo en Tribunales, donde comenzó a trabajar a la par de las últimas materias de abogacía. Es por eso que, cuando sus padres volvieron a España, el se quedó junto a su esposa, con quien tendría dos maravillosos hijos. La situación ya no era tan hermosa como cuando llegaron a Rawson. La dictadura ya era parte de la Argentina. Lanusse y Onganía hacían estragos por donde pasaban, la lucha por seguir el ideal de Franco o de De Gaulle (“Ideal franquista y final De Gaulle, sería perfecto” decía Onganía para si mismo.).
Los días se fueron tornando cada vez más difíciles en la Argentina, pero Arestín hacía frente junto a sus amigos Cangaro y Pablo Coppola. El nuevo estudio jurídico abierto entre los tres a mediados de abril, lo llenaba de vitalidad y ganas de trabajar.
- ¿Estás seguro que tenemos que tomar el caso?- le preguntó Coppola a Salvador, sentados de cada lado del escritorio en el despacho de Arestín.
- Si no defiendo esto, me traiciono a mi mismo. Traiciono a mi ideal y a mi familia (gritó, golpeando fuerte y seco la mesa el español), que siempre buscó escaparse de las dictaduras. Hoy prefiero lucharla. Los derechos humanos no se negocian, Pablo.- Se paró para gritar la última frase como si se tratara de un presidente.
- Bueno pero la situación no está fácil, Salvador.

            Corría el 1977. Salvador, que quería la democracia como sistema pero no pertenecía a ningún partido político, ya era un hombre de 29 años, con una familia hermosa y un trabajo que le fascinaba. Camino al trabajo, cruzó la hermosa plaza, pero en el trayecto un hombre le preguntó su nombre.
- ¿Y usted quién es?- Dijo Salvador
- Un gusto, soy el Dr . Mansilla. Abogado.- le comentó el extraño y luego se acercó al oído de Arestín: -Defiendo los derechos humanos, nos vemos mañana a la mañana en este lugar- y le entregó un papel con una dirección y un horario.
-“Cuando llegue se va a dar cuenta de lo que hablo”. Dijo, por último, Mansilla.
                  Salvador dio media vuelta y camino unos 40 metros más hasta su estudio.

En cuestión de segundos, el grupo armado entró en el estudio jurídico,  ubicado en Av. Colón al 3800, en el centro de Mar del Plata.  Un hombre de pelo rapado, sin una arruga en su cara pero con una seguridad digna de un hombre de experiencia, entró al despacho de Coppola y, a punta de arma, lo hizo sentar sobre una esquina, justo al lado del tacho de basura. La misma suerte corrió el Dr. Cangaro. El encargado de su silencio y sumisión era un petiso que parecía totalmente inofensivo, pero el arma que llevaba en su mano rompía con esa teoría. Luego de partir varios vidrios de la puerta, entró al despacho de Cangaro y le ordenó quedarse sentado, justo en la esquina. Si se pudiese ver un plano desde arriba, solo una pared dividía a los dos abogados. Los gritos incesantes de los militares no les dejaban pensar en otra cosa que no sea su propia vida. Pero hubo un grito mucho más fuerte. “Soltame hijo de puta. No hice nada malo” fueron los primeros gritos que se oyeron. “No me mates, tengo familia, y trabajo para darles de comer, nada mas” dijo dos o tres veces, en un castellano notable. La acción duró menos de dos minutos, y sería el puntapié de una ola de secuestros a abogados y demás en Mar del Plata. Al irse los militares, Cangaro y Coppola fueron al despacho de su amigo. No faltaba nada en el estudio jurídico, o casi nada. Habían secuestrado al Dr. Salvador Arestín. Ni siquiera faltaba el papel que decía “20hs. Ruta Nacional Nº 2. Lindante al Aeropuerto”

            “Que entre el 6, 7 y 8 de julio llevaron a todos los abogados a la Cueva, sin poder precisar con exactitud qué día llegó cada uno. Que estima que el 8 llegó Arlestín. Que el Dr. Arestín se quejaba del dolor por la herida y pedía por el médico y le decían "Vení que te llevamos con el médico" y lo llevaban a una sesión de tortura y luego le cosieron las heridas sin anestesia.” Verificó Marta García de Candeloro, en el testimonio del Juicio de la Verdad, el 21 de marzo de 2001. Había estado unas horas en el mismo lugar donde estaban los abogados secuestrados, pero luego fue liberada. Pudo reconocer el lugar, quedaba sobre una ruta que, por estar justo al lado del aeropuerto, era la número 2. Ni Pablo Coppola ni Cangaro quisieron declarar en el juicio.
           
            Hoy en día, el Dr. Salvador Arestín sigue desaparecido.

            

jueves, 29 de julio de 2010

Es hermosa, me tiene enamorado y no lo puedo ocultar.


     A la distancia se puede admirar con la memoria, pero preferiría estar. No es una cuestión que pueda manejar,  pues no quedarían dudas si no fuese así,y en estos momentos no estaría escribiendo estas líneas. Solo ocurre que a veces las cosas no se pueden hacer y ya. ¿No parece tan grave no? Al fin y al cabo, lo único que pasó, es que no pasó. Sí, nada pasó. Sigo acá. ¿Estará bien? ¿Es donde debo estar?. No son más que preguntas con respuesta que, por suerte, ya tengo preparadas.. eso es bueno.
    Todo este desarrollo sucede gracias a que no estoy. Todo gracias a que estoy, pero acá, por ende: no estoy. No es lo que busco, es lo que hay. Tampoco me quejo, si estoy acá será porque debe ser así. No sirve ni me interesa pensar en el por qué, más me interesa navegar entre las visualizacionesque dan vuelta por mi cabeza recordando el hermoso momento de estar sentado. AAAAAAAAAAAAAAAHHH ¡Que placer estar sentado ! . ¿No disfrutás encontrarte sentado ahora? Salvo que estes con tu Blackberry o tu SuperSmartComeBochoTouchCelPhone By Vomistar y la conchadetuvieja, deberías estar sentado.. es genial ¿No?. Pero yo NO lo disfruto. O mejor dicho, lo disfruto, pero quisiera estar sentado allá.
    En fin, cuando digo allá me refiero al pasto.. pero no a cualquier pasto, si no a ese que está en frente de una puerta graaaaaaaande, con una placa a su costado, y una sola persona que pasa cada 20 minutos (sí, 1 cada 20 minutos o más) por la callesita y te saluda hasta el hartazgo natural que nos provoca (cualquier cosa) a los que vivimos en la ciudad. Soy demasiado insistente con este tema, pero es que realmente quiero eso.. de verdad necesito estar allá. No es que me vaya a morir si no me voy nunca mas, pero no quiero sufrir las alteraciones mentales y físicas que conlleva una vida en la ciudad.
    Basta de dar vueltas. Ya me vas a volver a manchar la ropa, ya vas a recibir, una vez más, mis lágrimas de felicidad. Es seguro que me vas a conmover (oootra vez) con tus contrastes verdosos de día, y taaan oscuros de noche. Esa oscuridad que no es tal, ya que es  la única capaz de realzar la luz interna y hacer volar la mente hacia lugares tan inimaginables que ni siquiera analizo la posiblidad de contarles.. la única oscuridad que te hace ver y pensar cosas.. esa oscuridad es sólo la otra faceta de un lugar maravilloso durante el día, y totalmente increíble durante la noche. Alguna vez nos volveremos a encontrar.
    Que las lágrimas caídas recién sobre el teclado rieguen la esperanza y llenen de vida a todos y todo lo que hay allá. No me esperes, no prometo verte ni este año ni el otro.. No prometo fecha, no prometo nada, es que no se cuando será. Pero te doy mi palabra, y ya te dí mi corazón y amor.. que vos te ganaste con ayuda de mil ojos brillantes que te miran desde abajo del pecho y desde lo más alto de la humildad. Esos nenes son tu luz, y vos sos su espranza. Yo solo soy un espectador de lujo que, a veces, se mete en eso.. y nunca voy a permitir que eso cambie.



    Alguna vez nos vamos a volver a ver, Misiones.